Gestión de los riesgos de la reutilización del agua
La reutilización directa e indirecta del agua potable son prácticas conocidas, pero es fundamental conocer los riesgos asociados para proteger la salud humana y el medio ambiente.
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Síntesis
- A medida que aumenta la preocupación por la escasez de agua, los municipios introducen cada vez más sistemas de reutilización potable indirecta (IPR) y reutilización potable directa (DPR) para garantizar un suministro sostenible de agua, especialmente en las regiones áridas.
- El éxito de la implementación de estos sistemas depende de una normativa estricta, de la transparencia, de la participación de la comunidad y de que se aborden las preocupaciones de los ciudadanos sobre el consumo de las aguas residuales tratadas.
- Las tecnologías avanzadas de tratamiento, los procesos de depuración en varias fases, la monitorización rigurosa y los marcos de gestión de riesgos contribuyen a garantizar la seguridad del agua reutilizada.
- Una normativa adecuada contribuye a hacer frente a los riesgos que presentan los contaminantes regionales microbianos, químicos y emergentes.
- Aunque requieren una inversión inicial, la IPR y la DPR proporcionan seguridad hídrica a largo plazo, garantizando un rendimiento sostenible para una población mundial creciente que se enfrenta al cambio climático y a la escasez de agua.
La creciente necesidad de estrategias de reutilización
A medida que la reutilización del agua se convierte en un componente cada vez más necesario de las estrategias regionales y mundiales de sostenibilidad hídrica, las partes interesadas públicas y privadas aumentan sus inversiones en consecuencia. Un conjunto de técnicas avanzadas de tratamiento está aumentando rápidamente la viabilidad y seguridad del agua regenerada en una amplia gama de aplicaciones, desde el riego y los procesos industriales hasta el consumo de agua potable.
Sin embargo, para que los proyectos de reutilización del agua tengan éxito deben sortear varios factores, como la normativa sobre calidad del agua, las diversas percepciones de la población y la preocupación instintiva de consumir aguas residuales tratadas.
Generar confianza en la comunidad
Una normativa estricta sobre la calidad del agua es indispensable para fomentar la confianza entre la ciudadanía en relación con el consumo de agua reutilizada. Estas normativas, normalmente adaptadas a las necesidades únicas de regiones concretas, dictan los niveles permitidos de multitud de contaminantes en las distintas clasificaciones del agua, lo que garantiza que cada tipo cumpla las estrictas normas de seguridad para su uso previsto. Si bien la ciudadanía comprende fácilmente este concepto en el contexto del agua potable tratada convencionalmente, la aceptación de estas normas para las aguas residuales tratadas genera un mayor escepticismo.
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Entre los diversos enfoques de reutilización del agua, la IPR y la DPR captan cada vez más una mayor atención como soluciones viables para aumentar el suministro de agua potable. Sin embargo, la aplicación de cualquiera de estas técnicas relativamente novedosas requiere un estudio exhaustivo de los contaminantes presentes en el agua, unos requisitos de tratamiento claramente definidos, amplias campañas de educación pública y una extensa investigación medioambiental hidrogeológica en el caso de la IPR.
La IPR comprende el tratamiento de las aguas residuales y su introducción en una zona amortiguadora medioambiental, como un acuífero de aguas subterráneas o un embalse de aguas superficiales, donde se someten a filtración natural y biodegradación antes de su eventual extracción y tratamiento para uso potable. La DPR, por su parte, consiste en tratar las aguas residuales de acuerdo con las normas del agua potable e introducirlas directamente en el sistema de distribución de agua potable.
La IPR plantea menos retos gracias a las zonas amortiguadoras de filtración natural que utiliza y al éxito de su uso en la última década. Sin embargo, la autorización de la IPR exige una normativa estricta para el vertido de aguas residuales, junto con una gestión rigurosa de las aguas subterráneas que permita evitar la contaminación de la reserva natural de agua receptora. Regiones con climas naturalmente áridos o semiáridos -como Australia, Namibia y partes del suroeste de Estados Unidos- han integrado con éxito planes de IPR en sus estrategias de gestión del agua, a menudo aprovechando las infraestructuras de reciclaje de agua existentes y la capacidad de filtración natural de sus formaciones geológicas.
La ausencia de una zona amortiguadora medioambiental en la DPR exige procesos de tratamiento más avanzados y una monitorización más estricta para garantizar el cumplimiento de las normas sobre agua potable. Aunque este método permite recuperar la mayor cantidad de agua, la DPR con frecuencia debe hacer frente a la oposición de la opinión pública debido al desafío psicológico que supone el hecho de que el agua potable proceda directamente de las aguas residuales. Para hacer frente a estos problemas, países como Singapur, Israel, Egipto y Estados Unidos -que utilizan activamente la DPR o están desarrollando programas de autorización- están aplicando rigurosos sistemas de tratamiento en varias fases, que a menudo combinan tecnologías avanzadas de tratamiento con medidas de protección adicionales, como la filtración con carbón activado.
Instaurar marcos normativos equilibrados
El panorama normativo de la IPR y la DPR es incipiente y evoluciona con rapidez, reflejando los avances en las tecnologías de tratamiento, los nuevos conocimientos científicos, la concienciación sobre los riesgos potenciales y los niveles variables de aceptación pública. La mayoría de los marcos normativos para la reutilización potable se centran en garantizar la seguridad del agua del producto final mediante el establecimiento de cautelosas normas de calidad del agua, la imposición de un tratamiento exhaustivo y la exigencia de rigurosos sistemas de monitorización. Estos marcos abordan:
- Contaminantes microbianos y químicos: los organismos normativos de todo el mundo dan prioridad a la eliminación de los contaminantes microbianos, como bacterias y virus, que plantean riesgos inmediatos para la salud. También establecen límites para diversos contaminantes químicos, como metales pesados, plaguicidas, productos farmacéuticos y subproductos de la desinfección, todo ello debido a sus posibles efectos nocivos para la salud a largo plazo.
- Amortiguación medioambiental: específicamente para la normativa IPR, las especificaciones de tiempo mínimo de retención en el embalse o acuífero garantizan una atenuación natural y biodegradación suficientes de los contaminantes en las aguas residuales tratadas vertidas. Estas normativas también abordan los posibles impactos en las masas de agua receptoras, garantizando que las aguas residuales no pongan en peligro la integridad ecológica.
- Tecnologías de tratamiento: en todo marco normativo de reutilización de agua potable debe especificarse un enfoque de tratamiento para hacer frente a los contaminantes específicos de la región. Para ello suele ser necesario combinar diversos procesos, como la ultrafiltración, la ósmosis inversa, la desinfección ultravioleta y la oxidación avanzada, cada uno de ellos dirigido a tipos específicos de impurezas.
- Contaminantes emergentes: conscientes de las limitaciones de los métodos de monitorización tradicionales, numerosos marcos normativos están incorporando disposiciones para la monitorización de contaminantes emergentes, como los disruptores endocrinos y los productos de cuidado personal, que no se monitorizan de forma rutinaria pero plantean un riesgo potencial, incluso a bajas concentraciones.
- Monitorización y gestión de riesgos: la verificación de la eficacia de los procesos de tratamiento, la detección de aguas que no cumplen las especificaciones y la garantía de la seguridad a largo plazo de los sistemas de reutilización de agua potable requieren medidas de monitorización rigurosas. Numerosos marcos normativos incorporan enfoques de gestión de riesgos -como el sistema de análisis de peligros y puntos críticos de control, un sistema preventivo diseñado para identificar y controlar los peligros potenciales a lo largo del proceso de tratamiento del agua- para aplicar de forma proactiva medidas preventivas y mantener la seguridad.
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Abordar las preocupaciones sanitarias y garantizar la seguridad
A pesar de los importantes avances de la tecnología de reutilización del agua, la salud pública sigue siendo una de las principales preocupaciones a la hora de aplicar cualquier sistema. Se han llevado a cabo numerosos estudios epidemiológicos sobre los proyectos de IPR existentes, que abarcan una variedad de tecnologías de tratamiento, zonas amortiguadoras medioambientales y proporciones de mezcla de agua reciclada con fuentes de agua dulce. Hasta la fecha, ninguno ha notificado efectos adversos para la salud en las comunidades atendidas. De hecho, el Consejo Nacional de Investigación de EE.UU. concluyó en una evaluación de la IPR realizada en 1998 que los riesgos asociados a este tipo de proyectos eran comparables o incluso inferiores a los de las fuentes de agua convencionales.
La seguridad de IPR reside en un sólido planteamiento de tratamiento en varias fases, que incluye el control de la fuente, procesos avanzados de tratamiento de aguas residuales, amortiguación medioambiental, tratamiento potable y una rigurosa monitorización. Los programas de monitorización de IPR suelen analizar el agua en busca de una amplia gama de características, incluidos indicadores microbianos, contaminantes químicos y valores analíticos de proceso. El uso de indicadores y portadores químicos, que representan grupos más amplios de contaminantes con propiedades similares, ayuda a garantizar la eliminación tanto de los compuestos conocidos como de los no identificados.
Aunque las organizaciones internacionales -como la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Internacional del Agua- elaboran directrices sobre mejores prácticas y difunden marcos científicamente probados para la reutilización y sostenibilidad del agua, la responsabilidad de aplicar y hacer cumplir estas estructuras recae en los organismos gubernamentales nacionales y regionales.
Garantizar un rendimiento sostenible
Por necesidad, la IPR y la DPR son cada vez más comunes en todo el mundo para combatir la escasez de agua, sobre todo en las regiones azotadas por la sequía y en geografías áridas. Mientras que la IPR es una piedra angular de seguridad y eficacia contrastada en muchos planes maestros municipales de seguridad del agua, la DPR es una tecnología más reciente y tiene retos que superar en lo que respecta a obtener la confianza de la comunidad.
Sin embargo, las tecnologías de tratamiento adecuadas son más que capaces de purificar los flujos de aguas residuales para obtener agua potable limpia. La implementación eficaz de este tipo de sistemas requiere una investigación diligente de los contaminantes regionales para especificar y crear sistemas de tratamiento adecuados. A continuación, la divulgación, la educación, el diálogo abierto y la transparencia son fundamentales para conseguir el apoyo público a estos proyectos.
Aunque tanto los proyectos de IPR como los de DPR suponen un coste económico, ayudan a los municipios a alcanzar un nivel de suficiencia y seguridad hídricas para proporcionar un suministro seguro y continuo a las comunidades a las que prestan servicio. A medida que aumente la población mundial y cambien las pautas meteorológicas, estas y otras posibles técnicas de tratamiento se harán más necesarias para garantizar un rendimiento sostenible del agua para las generaciones venideras.